sábado, marzo 10, 2007

cuentos colectivos


La Gorda

En la laguna el cocodrilo esperaba la ocasión justa para atacar. Mientras en la otra orilla la gorda probaba la temperatura del agua.

- está fría- pensó la gorda sacando el pie del agua rápidamente. – está caliente- pensó el coco, mientras pasaba la punta de su lengua por el labio inferior. La gorda no sabía de la existencia de tal coco, por eso estaba pensando en meterse al agua. Se salvó por las bajas temperaturas del agua. Pero al día siguiente...

El cocodrilo, disfrazado hábilmente de turista, esperaba a la obesa víctima sentado en una reposera. Cuando la gorda probó el agua, el turista, perdón, el coco la empujó, mientras rasgaba las vestimenta de turista, y saltó encima de ella que flotaba panza arriba y se la comió. Para bajarla, el cocodrilo se tomó una siesta digestiva a la sombra de un álamo.

Cuando despertó, era la gorda.

Casillero No5

Anteanoche empezó lo que provocó que el día de hoy yo me vaya a suicidar.

No, no empieces con sentimentalismos, ni lástima. No intentes convencerme, hoy me suicido y se acabó. Sé que no me entienden, que piensan que estoy loco, cuando acabe mi historia entenderán, o no, uno nunca sabe, o sí. Verán que solo estoy seguro de que hoy termino con ésta peste, si lo logro.

Mi nombre es Juan Carlos y hoy es jueves. El martes compré por 1ª vez un boleto de lotería. La expectativa era grande y la nocturna se acercaba.

Perdí, pero no las esperanzas, el juego. Y como esa era mi única salida, y por no poder volver a ver a mi familia a los ojos, me fui a un bar de mala fama, donde sabía se hacían apuestas fatales. Las apuestas no existieron esa noche, pero sí la fatalidad. Conocí entre trago y trago a Carolina (buena mandarina) una muchacha de ojos claros y fino pelo que logró embriagarme y me condujo a una secta que prometía el reencuentro esperado

-¿qué esperás después de la muerte?

- No sé, nada ¿qué és?

- Vuelves al casillero No 5- Y me señala la puerta de salida. – Chau.

Han matado a Jony, mi amor

- Han matado a Jony, mi amor, si lo han matado, en casa de tu madre.

- ¡Oh, no, en lo de mi madre no puede ser! Solo viven ella, papá y la criada.

- Mmm... es sospechoso, pero eso es lo que dijo la yuta ¿No será que...?

- ¿Pero por qué a Jony? Un hombre simple, solo vendía armas, traficaba merca y era mercenario, ¿porqué a él?

Todo esto pasaba en la casa de Ismael, pero mientras tanto en el campo de los Thompson:

- Che! Manuela, ¿dónde dejaste la mercancía?

- Abajo del chancho

- ¿Cuántas veces te dije que su lugar es el culo del burro?

- Es que Jony siempre la dejaba ahí, ahora me da melancolía

- No lo hubieras matado entonces

- Che, la vaca se está autoordeñando de nuevo!

- Limpiala, lo va a arruinar todo

En eso suena el timbre: Ring

- La yuta, abran que están tuitos arrestados!!!

- Carajo!!, ponte el disfraz de criada y vete por atrás

En eso explota todo y de la polvareda aparece Jony en una chata, no había muerto, era un invento de las multinacionales.

Jony muere de nuevo

La leche salía del sachet como burro de la polvareda. Estaba todo dicho, menos quien ordeñaba a la vaca del establo de los Thompson. El cadáver de Jony, que murió ahogado en leche, era una incógnita a revelar, pero tenía que ser antes de la cremación. Entonces Ricardo llevó al cadáver a “foto polo” y le dijo:

- Hágame dos copias de éste.

- ¿cuerpo entero o nada más el ojete?

- Entero, doble faz y me lo envuelve pa´ crematorio

Pero Polo, el que atendía, reconoció el cadáver de su amigo Jony y se sacó una copia para él, estaba dispuesto a todo.

Pero el caso se cerró sin resolver, por qué lo que había que llevar a revelar era la incógnita y no el cadáver. El cuerpo se cremó y nadie sospechó nada. Solo Polo sabía la verdad, razón por la que su vida corría peligro.

Los Thompson llenaron la chata de armamento pesado y salieron al acecho de Polo Marco. Estacionaron enfrente de su casa, apuntaron la bazooka a la puerta y tocaron timbre. Pero nadie contestó, cuando enderrepente!!! Explotó la camioneta y de la polvareda salió... Jony!!!. Estaba adentro del culo del burro, tomando merca de la mercancía del otro cuento.

Otro fracaso de la Coca-Cola Cómpani.

La gallina degollada

Se habían quedado solos en la casa. Solos y encerrados. La segunda noche empezó a llover y estaban bastante asustados. Los relámpagos y los truenos venían a ser el colmo de la situación.

Tocan a la puerta. Juvenal, que estaba en bolas, fue a atender. Al abrir queda perplejo, era el gordo, también en pelotas, que exhibía en una de sus manos, una gallina. Pero lo curioso era como la traía, la traía a modo de títere: le había enterrado la mano en el culo.

- hola

- hola, dijo la gallina- entonces fue cuando Juvenal se calló de culo y tras varios minutos de resucitación reaccionó y con gesto como de quien ya sabe la cosa preguntó intranquilo:

- ¿qué hacés boludo?. Esa gallina era la Carla, la herencia del gordo, esa gallina había sido criada por su abuela durante unos tres años, ahora el gordo la usaba de títere. Hace dos horas, en la plaza, había dado una función, los padres de los niños que asistían la función, desnudaron al gordo, después de una tremenda paliza.

En ese momento se dieron cuenta de que en realidad no estaban encerrados, que podían abrir la puerta cuando quisieran. Se miraron, luego miraron al gordo parado en la puerta, obscenamente desnudo, con una gallina de títere en la mano, y pensaron, cada uno para sí, que debían dejar las drogas.

Mientras tanto, en el salón de la justicia, Batman y Robin jugaban al truco, en pelotas.

Pasaron los años, y en Pelotas, Brasil, el gordo se reía acordándose de cuando quiso ser titiritero y no fue comprendido –“eso pasa con los buenos artistas”- le decía la Tota Santillán, mientras se rascaba un huevo, y en eso, de uno de sus tantos huevos salió un pollito de tinte levemente amarilloso. Al gordo le corrió un hilo de baba por la comisura, y en irrepetible acto de exacerbamiento, le agarró del plumífero cogote y le dijo: - oh muchacho, muchacho, títeres como estos no se fabrican más- Al instante, Batman y Robin aparecieron en escena, vestidos con una remera de green peace.

Lo envolvieron en papel reciclado.

Si es picado fino, mejor

A Berto, camionero de “El Porvenir”, el médico le había advertido:

- Berto, dejá el chorizo colorado y el sánguche de cantimpalo; te va a salir una terrible hemorroide en el orto, por tener el culo aplastado todo el día en el camión

Pero Berto tenía debilidad por “lo picante”.

Un domingo, como cualquiera, tomó un descanso en la panamericana. Un solo guiño de ojos le sirvió para que Beatriz, “La picante”, subiera a su Scannia modelo ´93. El médico le había advertido pero sin embargo no le dio bola y la subió. Le preguntó:

- ¿cómo te llamás, nena?

- Ricardo- le contestó la muchacha

- Bajate pedazo de trava!!!- Bramó Berto

- Pará, pará un poquito- lo frenó el supuesto travesaño – nada más quiero venderte esta longaniza española, porque no me alcanza el bondi para volverme a Ascasubi.

Berto, nuevamente se deleitaba con el picante.

Chosna

Había sido un error, o una casualidad, el hallazgo de esa palabra en la enciclopedia. Chosna, no significaba lo que Roberto creía, sino que todo lo contrario. Y una vez, cuando él era muy chico y Perón era como Papá Noel para él, porque papá era peronista, escuchó que Perón andaba con una chosna, el pensó: debe ser una bolsa de juguetes. Pero no,no, para nada, se había hecho la luz, ahora lo veía bien claro en las páginas del pequeño Larrousse ilustrado: las chosnas no eran bolsas de juguetes, sino personas compuestas de bolsas infladas con las que el señor Perón se divertía en las noches sabatinas y las paseaba de acá para allá en su auto negro.

Olvidó todo, cerró el Larrousse, continuó con su historia: “Perón besaba a la menuda mujer”. El mal humor no lo dejaba escribir, las bolsas negras insistían como golpes en la puerta.

Sin embargo, no contento con eso, decidió ir en busca de compañía, la búsqueda de su chosna significaría un cambio en su rutina, pero en la búsqueda se encontró con...

Pero no, no era la que pensaba, y si, era su chosna confundida con un montón de bolsas repletas de residuos. Pudo distinguir, al final, el flequillo castaño y las flores que siempre adornaban el pelo de su chosna querida.

La extraña dama

Era martes en el bar del Cholo, los muchachos ya no veían el futbol, la noche se profundizaba con la compañía de aceitunas negras. El negro González reclamaba mujeres, mujeres gordas putas o rengas hijas de puta sin depilar, porque el negro no es exigente. El que sí es exigente es el Rulo, a ese si no le traes a Lady D, no hace nada. Pero esta vez los papeles cambiaron. Desde la negrura de la noche, apareció una mujer pálida, de espesa cabellera, era quizás, la primera vez que entraba a lo del cholo, tan bella mujer. El negro González se apartó del grupo, asercose a la extraña dama y con su hacento tucumano le preguntó:

- ¿qué tomás?

- Armagnac, pero con un chorrito de semen- contestó

- Armagnac tengo de un solo tipo, pero semen podés escoger de cualquiera de los muchachos- dijo el cholo desde la barra.

- Solo quiero tu líquido- Musitó al oido del negro, el Rulo sospechando de la escena se meo de la inquietud.

El negro fue al baño y no volvió más, cuando fueron a ver que le pasaba, solo encontraron sus botas de gamuza sobre un charco lechoso. Pasaron un trapo, pusieron las botas en una bolsa, e hicieron como si no hubiera o hubiese pasado nada. Ahí nomás entró en acción : “¡¡el Rulo!!”, disimulando su pantalón mojado se acercó a la blancuzca mujerzuela y le pegó un cabezaso, la mujer cayó sobre la mugre del piso, acto seguido el Rulo comenzó a sacarle la piel, que en realidad era una piel sintética. Aquella mujer no era sino VERGARA LEUMAN.

La gorda desidia

o la turbulencia del gato

en el tejado

Te jodo con yodo bordó

Te lleno de arena el culo

En el desierto de tu panza

se agotan los camellos que

se dirigen al oasis capilar

a beber

en el baño público

Galager sentado en el inodoro

más sucio

Dos días después

Gallager funda una cofradía:

“Los Soretes de Mierda”

Recorren Europa reparten diarrea

Profanos, auyan el rock n´roll

más negro que un hoyo

Ho, yo lo escucho al negro

que canturrea

en la pared maravillosa.

Enjambre

Un elefante en celo se tocaba tuito el día, hasta que una noche conoció un bambi de bombacha floja, lo miró y le dijo al oido:

- I love you for a moment, mais depuis je veux aller tu de lobo puto, and fuky fuky por el culo tuita la noche

- Paso- dijo el bambi abeja mientras una (que prometía enjambre) le chupaba el culo.

Elefantópolis

Érase una vez, en el país de los elefantes, una niña que se llamaba Juan Carla, que sus padres le decían, - oh Juan Carla, tu eres un buen chiste- y así Juan Carla creció pensando que era un buen chiste, y a sus compañeritos le decía: - Hola, yo soy Juan Carla, soy un buen chiste- Juan Carla era una chica nostálgica, sus compañeros no entendían el chiste.

Sus tetas crecían todas las noches 24 cm y los muchachos del curso no podían parar de mirar las gigantotetas de Juan Carla. Hasta que un día un elefantus gigantus le dijo: -oh niña, tu deberías saber, hace muchos años, pero muchos eh!, tu madre y yo, bueno, ya sabes niña, no? Comprendo que a tu edad ya sabes de esas cosillas que la gente hace, bueno, bueno, yo, no yo, mi cosita, mi elefantito se interpuso, o mejor dicho, se entrometió, sí, se remetió en la cosita y bueno, y bueno, tu padre no sabe, oh hija, oh niña, eres mi hija.

- Hijo de puta- respondió Juan Carla.

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